Con información de AP
Rebeldes armados en el este de República Democrática del Congo mataron a personal que combatía el brote de ébola en la región, según dijo el jueves el presidente de la Organización Mundial de la Salud, una escalada alarmante que podría frustrar los avances contra el brote.
“Nos rompe el corazón que nuestros peores temores se hayan hecho realidad”, dijo en Twitter Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Tres trabajadores sanitarios murieron en un ataque del grupo Mai-Mai contra una base de la agencia sanitaria de Naciones Unidas en Biakato, según dijo a The Associated Press el funcionario local Salambongo Selemani. También un vecino de la zona murió, mientras que las fuerzas congoleñas mataron a un agresor y capturaron a otros dos, añadió.
No es el primer ataque contra los trabajadores sanitarios que intentan contener el segundo brote de ébola más grande de la historia. Algunos han descrito esta epidemia como la más complicada hasta la fecha, en una zona con varios grupos armados activos y donde algunas personas creen que el ébola es solo una mentira política.
“Imagine, un médico deja su casa en Estados Unidos o donde sea para venir a dormir en una carpa para salvarnos de esta lacra del ébola, y aun así jóvenes sin educación quieren atacarle (…). Es muy lamentable”, dijo Fiston Kamango, un líder juvenil de Biakato.
Los ataques siguieron a días de disturbios en la ciudad de Beni, donde vecinos indignados por los sucesivos ataques rebeldes irrumpieron en una base de fuerzas de paz de Naciones Unidas, exigiendo más protección. La OMS evacuó a 49 de sus trabajadores en el lugar, dejando 71.
La campaña contra el ébola en Beni está paralizada, para consternación de expertos sanitarios que señalan que cada ataque complica los cruciales esfuerzos por contener el letal virus.
El brote ha empezado a remitir después de matar a más de 2.100 personas. El mes pasado hubo varios días sin casos nuevos. Otros ataques contra personal e instalaciones sanitarias se vieron seguidos de repuntes en las infecciones.
En la populosa zona fronteriza cerca de Uganda y Ruanda, lejos de la capital, Kinshasa, algunos habitantes traumatizados por la violencia recelan de los forasteros, lo que complica aún más los esfuerzos por contener el ébola en una parte del país que nunca había sufrido el virus.
El personal sanitario lucha contra la desinformación y los reparos a buscar tratamiento para el virus, que se propaga principalmente a través de estrecho contacto con los fluidos corporales de personas infectadas, incluidos los muertos.