Con información de Excelsior
Al abogado y pastor californiano le diagnosticaron cáncer cerebral, que tenía los días contados. Entonces escribió un listado de sus deseos y se propuso cumplirlos antes de que la enfermedad le pase factura. Con el sufrimiento de dos operaciones, 30 tratamientos de radiación y 10 meses de quimioterapia, el triatleta decidió prepararse para completar el Ironman Kona Virtual covid-19 celebrado el viernes pasado. En su página de Facebook escribió: “Misión cumplida”
Jay Hewitt recibió una desagradable noticia por parte del médico familiar: un tumor cerebral incurable. Fue hace tres años y él tenía 37. El abogado y pastor de iglesia pensó en hacer una lista de deseos de las cosas que hay que experimentar antes de morir. Muchas de las cosas que Jay apuntó en su cuaderno ya las había cumplido.
Paracaidismo en Nueva Zelanda, durante su luna de miel.
Correr con los toros en Pamplona.
Ayudar a construir una escuela en La India.
Escabullirse detrás del escenario en un concierto y pasar un rato con los artistas.
Jay no estaba listo para que esta lista de aventuras terminara de golpe, pero tenía la paz suficiente para entender que la vida podría terminar de un momento a otro. Así que se sometió a una cirugía cerebral mientras permanecía completamente despierto.
Para sorpresa de todos y por la gracia de Dios, ¡salí de la cirugía al cien por ciento curado! Esta experiencia creó un cambio en mi perspectiva.
Me vi en la necesidad de escribir una lista diferente a la que llamé Lista de inversiones: Quería pasar más tiempo con mi esposa Nat y mi hija Hero, así comodar mi testimonio al mayor número de personas y transmitir a la gente que nunca hay que dejar de cumplir nuestros propósitos, aunque pensemos que todo se viene para abajo.
Por último, pensé también en probar una aventura que me exigiera al máximo. Ya había probado un maratón y luego descubrí que existía una competencia llamada triatlón. Intenté con éxito los mil 500 metros de nado, los 40 kilómetros de ciclismo y 10 kilómetros de carrera a pie. Luego tocó el medio Ironman. No lo sabía, pero el Ironman estaba a la vuelta de la esquina. Esto significó nadar tres mil 800 metros, rodar 180 kilómetros y terminar con los maratónicos 42.195 kilómetros.
Soy uno más de estos locos atletas, pero en mi caso fue con la debilidad que te produce la quimioterapia, dos operaciones cerebrales y convulsiones ocasionales, sin olvidar la depresión y ansiedad que te causa el miedo de que regrese el cáncer y la cuenta regresiva de mi vida”.
Lo importante para Jay Hewitt era cumplir aquella lista, contra viento y marea.
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Jay se convirtió en atleta y orador motivacional, sin hacer de lado su carrera como abogado y pastor. Incluso creó un sitio web (www.finishlinevision.com) para motivar a sus lectores a salir de la zona de confort. “Me he dado cuenta de que muchos de nosotros simplemente existimos en vidas compuestas de trabajo, tareas o pasatiempos. Nos sentimos aburridos, incluso atrapados, sin pasión, propósito o significado. Yo recuperé las ganas de vivir y compartir el entusiasmo con los demás. Decirles: si algo te gusta, hazlo. Sigue tu pasión”.
Se escucha fácil. Para Jay no lo ha sido. En su diario, en las redes sociales, ha manifestado dolencias y limitaciones. La quimioterapia, por ejemplo, limita el recuento de sus glóbulos blancos, lo que restringe el oxígeno que llega a sus músculos. Aun así, lo sigue intentando.
Aprendió a nadar competitivamente mientras pasaba por la quimioterapia para enseñar a su hija Hero a seguir adelante, incluso cuando la vida te derriba. “Cada logro que consigo es una enseñanza para mi hija, decirle que no se rinda nunca. Sonrío y le digo que el cáncer se metió con el tipo equivocado”.
Además de las largas y extenuantes horas de entrenamiento que enfrentó en la piscina, la bicicleta y el trote, el atleta californiano ha recibido dos cirugías, 30 tratamientos de radiación y 10 meses de quimioterapia.
Jay comenta que “el cáncer cerebral no tiene palabra. Es una afección crónica y el siguiente tratamiento siempre está esperando a la vuelta de la esquina”.
Como buen pastor, él se aferra a Dios y a la fuerza para superar lo que se llegue a presentar en su camino.
Recuerda que desde hace tres años ha tenido 10 episodios de convulsiones. El último sucedió en agosto y ello le causa el temor de que vuelva el tumor en el cerebro. Someterse a otra cirugía cerebral y de nuevo la quimio. “Lo más aterrador sería escuchar de nuevo que sólo me quedan algunos meses de vida”.
Muestra las cicatrices de las cirugías en la cabeza y comenta que le recuerdan que no hay tiempo que perder. Jay pregunta a sus lectores, en su página de Facebook, ¿cuáles son sus pasiones?, ¿qué les quita el aliento? y ¿cuál es su lista de deseos antes de morir? Entonces, los invita a hacer su lista e ir cumpliendo cada uno de sus sueños.
El último sueño que cumplió Jay Hewitt sucedió el pasado viernes. Se trató del Ironman de Kona Virtual. Su intento fue grabado para convertirlo en un documental titulado IronDad (Papá de Acero).
Confirmaron mi participación en el Campeonato Mundial de Kona de Ironman Virtual covid-19, competiré en la primera carrera virtual. El director Joosung Kwon hará un documental sobre mi intento por completar el Ironman mientras estuve sometido a tratamiento de cáncer. La película se llamará IronDad y está programada para salir 2021. Por cierto, estoy cumpliendo tres años de mi primera cirugía cerebral”.
Por ser un evento virtual, Jay Hewitt realizó la competencia en Orange County, California, donde reside al lado de su esposa e hija. Al tiempo de escribir esta historia, los resultados generales del Ironman de Kona Virtual no habían sido publicados. Los seguidores del triatleta estaban a la expectativa si Jay Hewitt habría completado los 3.8 kilómetros de nado, los 180 kilómetros pedaleando y los 42.195 kilómetros de trote.
Jay subió algunas fotos a su página de Facebook. Se le miraba llegando a la meta y con la leyenda: “Misión cumplida. Gloria a Dios”.
Antes de la prueba había escrito: “He experimentado debilidad. Lo he dado todo en el entrenamiento, pero terminar no es garantía. Incluso si no llego a la meta, valió la pena el esfuerzo. Hice todo lo que pude, incluso con la quimio tratando de derribarme. No importa cómo termine el día, mantendré la cabeza levantada sabiendo que mi hija (Hero) supo que su padre nunca se rindió”.
Usted, querido lector, ¿ya hizo su lista?