Entre la ilusión y la realidad: el difícil camino hacia el empleo en Morelos
En México, conseguir empleo formal y digno sigue siendo un reto para millones de personas, especialmente para las nuevas generaciones que están a punto de egresar. Aunque el país ha mostrado cierta recuperación económica tras los estragos de la pandemia, los niveles de informalidad laboral continúan siendo elevados. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más del 55% de la población ocupada trabaja en la informalidad, lo que refleja una profunda desconexión entre la oferta y la demanda laboral.
Las cifras de desempleo pueden parecer relativamente bajas, pero muchas veces ocultan otras problemáticas: subempleo, contratación sin prestaciones, salarios mínimos insuficientes y condiciones laborales poco éticas. Esta situación golpea especialmente a los jóvenes recién egresados y personas mayores de 40 años, quienes suelen enfrentar mayores obstáculos para insertarse en el mercado laboral.
En el caso de Morelos, el panorama laboral presenta desafíos particulares. Con una población de poco más de dos millones de habitantes, el estado se ubica entre los de menor crecimiento económico en el país. Según cifras del Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo, alrededor del 60% de los empleos en Morelos no ofrecen acceso a seguridad social.
A esto se suma una limitada diversificación económica: el estado carece de una buena industria y presenta una baja inversión privada, lo cual restringe la creación de empleos formales bien remunerados. Además, muchas empresas optan por esquemas de contratación que no garantizan estabilidad ni desarrollo profesional. Los profesionistas jóvenes, incluso aquellos con estudios universitarios, suelen enfrentarse a ofertas por debajo de su preparación o sin oportunidades reales de crecimiento.
En este contexto, los procesos de selección y reclutamiento muchas veces resultan ser una barrera más: desde entrevistas sin estructura hasta convocatorias engañosas que terminan en fraudes disfrazados de oportunidades.
María José, una joven que esta a punto de egresar de la carrera de Ciencias de la Comunicación, relata su experiencia durante una entrevista de trabajo en Cuernavaca, la capital del estado. “Fui citada a las 9:00 de la mañana, en las oficinas de cierta institución pública. Llegué a la recepción y me dijeron que la persona que me iba a entrevistar venía retrasada. Esperé alrededor de 20 minutos para pasar. Estaba un poco nerviosa al principio, pero la verdad es que fue una entrevista bastante informal, me preguntaron un par de datos acerca de mi y otros cuantos acerca de la plaza disponible. La verdad solo me dijeron a grandes rasgos de lo que me encargaría y el sueldo que estaría ganando, el cual me pareció razonable. Aún no me han hablado para decirme si quedé o no, pero siento que cada vez se va viendo más la informalidad en este tipo de cosas y cada vez se vuelve más complicado encontrar un buen empleo”.
Este tipo de experiencias no son aisladas. En redes sociales abundan las denuncias sobre empresas que lucran con la necesidad de empleo, ya sea vendiendo cursos obligatorios, cobrando por supuestos exámenes médicos o simplemente desapareciendo tras recopilar datos personales de los postulantes.
La experiencia de María es solo una de tantas que evidencian la necesidad urgente de fortalecer la regulación de procesos de reclutamiento y promover una cultura de empleo más ética y profesional en estados como Morelos. La vigilancia institucional, la transparencia en las vacantes y la educación para el empleo son pasos esenciales para dignificar la búsqueda de trabajo y proteger a quienes, con esperanza y esfuerzo, solo buscan una oportunidad justa.